Cuentan que en la Facultad de Ingeniería de la UNAM se da el fenómeno contrario. La pobre oferta de muchachas guapas y voluptuosas ha llevado a sus estudiantes masculinos a experimentar un proceso adaptativo de regulación de expectativas a la baja, conocido con el nombre de Síndrome de Piolín. Pues cada vez que una mujer (regularmente un adefesio) cruza los pasillos de la facultad, no falta el sediento pasante que exclama "Me parece que he visto una linda gatita..."
--APB