Pequeño fresco de psicopatología

Aquel hombre pasaba por una crisis existencial. El psicoanalista diagnosticó una rara forma de neurosis con parálisis conversiva en las alas.

Cuentan que experimentaba un revés tras otro. Convocaba sobre sí todo tipo de calamidades. Acosado por la culpa inconsciente, sufría una neurosis de destino.

Se vanagloriaba de su narcisismo sin pudor ni recato. Cuentan que la más insignificante falla en reconocer la primacía grandiosa de su diagnóstico clínico desencadenaba una explosión nuclear.

Abrazaba sin recato sus obsesiones. Atizado por una cruzada ortográfica, aquel hombre recorría el ancho y vasto universo del internet señalando monosilábicos mal acentuados. Coleccionaba compulsivamente tropiezos gramaticales y otras impropiedades linguísticas.

Sus miedos fueron generalizándose poco a poco. El último síntoma que se le conoció fue una inclemente fotofobia. Fué el mismo quien le colocó la tapa a su ataud para mantener a raya el mas mínimo haz de luz.